Javier Leo. Madrid
La Academia Americana de Pediatría (APP, por sus siglas en inglés) ha cambiado las reglas del juego en lo que al uso de antipiréticos en niños se refiere. En concreto, en un artículo publicado en la revista ‘Pediatrics’, la APP ha establecido que la administración de ibuprofeno (más conocido en España como Dalsy, su versión comercial para niños) y paracetamol (Apiretal) solo debe utilizarse para combatir el malestar del pequeño, no para reducir su temperatura corporal si el niño parece encontrarse “bien”.
Según explican desde esta asociación, la más numerosa e influyente a nivel mundial en pediatría, muchos padres administran antipiréticos a sus hijos cuando la fiebre es mínima o inexistente bajo la creencia de que es mejor para el niño mantener una temperatura “normal”. La fiebre, sin embargo, no es una enfermedad en sí misma, sino un mecanismo fisiológico que ayuda al organismo a luchar contra la infección.
De hecho, explican, no hay pruebas científicas de que la fiebre por sí sola empeore el curso de una enfermedad o cause complicaciones neurológicas a largo plazo. Por este motivo, los pediatras han recomendado tanto a padres como a farmacéuticos que solo utilicen o receten fármacos que puedan mejorar el malestar del niño, como antibióticos contra una infección bacteriana, en lugar de centrarse en normalizar su temperatura corporal con ibuprofeno y paracetamol.
La única situación en que la fiebre es una enfermedad en sí es cuando se produce una hipertermia, un trastorno infrecuente en que el cerebro pierde la capacidad de regular la temperatura corporal (por ejemplo, tras un golpe de calor) y pueden producirse daños neurológicos e incluso la muerte. Pero esta es una reacción febril distinta de la que se produce a raíz de las infecciones habituales en la infancia.
No hay mejora sustancial si se da estos fármacos a niños sanos con fiebre
En este sentido, aconsejan a los profesionales sanitarios que enfaticen ante los padres preocupados la importancia de mirar por el bienestar general del niño monitorizando su actividad, observando posibles signos de una enfermedad más seria, animándoles a ingerir líquidos y almacenando de forma segura los antipiréticos. La evidencia científica sugiere que no hay ninguna diferencia sustancial en la seguridad y la eficacia del paracetamol y el ibuprofeno en el cuidado de la salud general de un niño sano con fiebre.
Existen indicios de que la combinación de estos dos productos (alternando uno y otro) es más eficaz que el empleo de uno de los agentes en solitario, no obstante los profesionales están preocupados por si la generalización de dicha combinación pueda llevar a los padres a utilizar de forma todavía más indiscriminada estos fármacos. A este respecto, se hace un llamamiento a los profesionales sanitarios para que promuevan una mayor seguridad para el paciente recetando y administrando formulaciones simplificadas e instrucciones de dosificación concisas.
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